«No puedo parar la lluvia (‘Acerca de 4 non blondes’)»

Inicialmente, pensé en escribir un libro en el que todas las historias tuvieran la lluvia como escenario, móvil, cómplice, espacio, y tiempo, protagonista o mero observador. Y empecé a escribirlo exactamente una tarde lluviosa de otoño suizo. Y por primera vez, mi rabia de espectadora inmóvil de algo que me involucraba de manera inevitable, me hizo escribir dos historias a la vez: «Adagio y rumba»y «4 non blondes» que da título al libro y no es una historia lluviosa. Y ahí mismo decidí que la lluvia, que me fastidiaba tanto, no merecía tanta atención. Pasé aquella tarde alpina y húmeda escribiendo indistintamente ambos cuentos y también esbozando los personajes de «Gerundios en la lluvia».
Cuando decidí no dar a la lluvia el rol de reina de las páginas, me di cuenta de que nunca había sido la lluvia la soberana indiscutible del libro sino el momento en que suceden algunas historias.
De regreso en La Habana, durante la Feria del Libro, Editorial Oriente, con quien había publicado en 2010 el cuaderno «Vivir sin papeles» me pidió un libro para la colección Ficciones y escribí el resto de él en dos meses (entre febrero y abril). Con una constancia poco usual en mí. Pasaba todo el día en casa por prescripción médica. Y escribía, cuando estaba componiendo el libro frente a la computadora y también escribía mentalmente mientras hacía el resto de las tareas de cada jornada. Creo que estuve escribiendo casi todo el tiempo que pasaba despierta.
Si el libro tiene alguna coherencia en el modo de narrar o si algún sutil espíritu lo recorre, puede ser debido a esto.
Zaida Capote, en su presentación, lo calificó como un libro de fronteras. Así mismo (con esa palabra) lo pensé yo. Es un libro que se sucede a ambos lados de una línea imaginaria que nos divide del resto del mundo. Un mundo que en este caso, tiene todas las características del primer mundo.
Algunos relatos suceden incluso en la línea, porque no se sabe bien donde se encuentran los protagonistas, en otros la línea es más confusa, son personas de aquí que ya no están aquí, o que regresan por un tiempo. O cubanos de aquí que se juntan en los cuentos con personas que no son de aquí, en una especie de partida de ajedrez. Y como en las partidas, hay tablas o vencedores, y como las partidas, los encuentros son a veces nobles y otras, encarnizados. Partidas que se juegan desde el caos de La Habana y la asepsia de otros sitios, desde el pasado y el presente.
Sigo fiel a mis temas recurrentes, el de los amores difíciles, el de las partidas, el de la nostalgia, el de la vida en otras partes y el deseo de vivirla de ese otro lado. De ese pacto que se hace al partir, en el que nos prometemos el futuro y comenzamos a mimar el pasado.
En el volumen hay solo un pequeño relato pre-existente (el resto son inéditos y fueron escritos para este volumen). «Sprungli», que compuse por encargo de la poeta Soleida Ríos para una antología llamada «Retrato ovalado», en la que se me pedía que me convirtiera en un personaje histórico o literario y escribiera una historia. «Las aventuras de Alicia», está en los primeros lugares de mi adicción literaria, así que decidí reescribir una Alicia en un pueblito inventado, que nos remite a Suiza porque Sprungli es la marca más famosa de chocolate porque es exquisita…incluso para mí, que no como chocolates y que en materia de helados…prefiero la fresa. Ahí están, en tono de sátira, esos otros «absurdos» tan distintos de los nuestros pero absurdos al fin. Retomo ese tema en «Mr Grimm», cambiando la locación a Canadá y poniéndola en boca de un niño, lo que nos provoca siempre la duda de cuanto de real hay en lo que él dice, sabemos que hay algo de cierto en todo eso, pero no hay un adulto que lo «corrija» y le quite el exceso de fantasía. Creo mucho en el poder de la risa para desencadenar cosas serias.
En «Libiamo» los lectores me preguntan qué le dijo el italiano a Violeta al final, y les digo que a cada lector le dijo algo distinto, que a cada uno de nosotros hay algo que nos hiere y nos molesta como se molestó la protagonista. Es como cuando en el filme «Belle de jour», de Buñuel, uno de los clientes le muestra a Catherine Deneuve algo en una cajita, y nunca sabemos que es. Pero suponemos que es algo fascinante. Y distinto para cada espectador.
«Más que palabras» y «Un largo adiós», exploran el amor y sus derrotas, uno de ellos muerto apenas nacido y el otro, vencido por largos años de ausencia. Muchas veces me dicen que soy una buena autora de historias de desamor pero no, mi insistencia en mostrar lo que lo hace tambalearse, es precisamente la muestra de cuanto valoro esos que saben sobreponerse a los naufragios de la cotidianeidad.
«Adagio y rumba» y «Gerundios en la lluvia», son la dos variantes de la lluvia, la de aquí y la de allá, con sus respectivas características. Y desde cada una de ellas, hay un edulcorar la otra realidad, la que no es nuestra.
«Agua de coco» es el relato que expone más explícitamente esa partida de ajedrez que se juega entre dos culturas distintas, esta vez desde el amor sincero, cuando hay cosas que por razones de la vida, siempre van a pertenecer solo a uno de los dos amantes, son esos pequeños sobreentendidos, esos pactos con la vida diaria, eso que miramos y asumimos y que, visto desde la distancia de otra idiosincrasia, resulta raro, incluso mirando con las mejores intenciones y pasado por el filtro del amor.
«4 non blondes», que trata el tema de la homosexualidad, es una historia sobre la familia y la sociedad, la adolescencia, la convivencia y las razones de cada uno, sobre la hipocresía y la intolerancia, la falta de comunicación y la valentía que tratamos de matar en los jóvenes apelando al raciocinio, la prudencia y la comodidad. Y la sabiduría que atesoran esas personas a las que desahuciamos por la edad.
Formalmente, están casi todos los narradores: la primera persona, usada para meterme en la piel de dos personajes muy distantes de mi misma, por razones de edad, un niño («Mr Grimm») y una adolescente («4 non blondes»). La segunda persona en «Adagio y rumba», la tercera en el resto de los cuentos, en el que hay uno que es una narración coral («Gerundios en la lluvia») con falsas pretensiones teatrales.
Creo que son los cuentos que he revisado de manera más obsesiva, donde cancelé párrafos enteros sin piedad, reorganicé la narración, cambié inicios y finales. Una vez terminado de escribir, lo corregí cada día de una manera tan puntual y reiterada que me pregunté si mi frenética relectura critica y las consiguientes enmiendas, no obedecían al hecho de que temía quedarme sin el libro que se había convertido en mi compañero más fiel. Mylene Fernández Pintado
La Habana, un mes de abril.

Disponible por el módico precio de $2.00 MN

 

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