“Agujero negro”, de Edelmis Anoceto

Reseña por Teresa Melo

Hacer diana en los resquicios de la búsqueda, me retrae a unos años que arrastro, pero también aligero, pues si esperé la comprensión del gozo y obligación de hacer palabras (que son) nuestra patria hoy se que algunos son sus traidores: los del solo oficio, los de la construcción de la frase hermosa que no conmueve fibra alguna y los de la construcción grotesca que tampoco conmueve.

No necesito conocer copiadores, calcadores, fríos cronistas de la nada; me basta con saber y aprehender de los auténticos ocultadores.

En Predios y liras publicado en el año 2010 por Ediciones Capiro, Edelmis Anoceto confiesa: Poesía y razón son dos nociones de difícil parentesco, difícil es también tocar el fondo verdadero de las cosas. Tal vez es verdad cuando es difícil seguir el parentesco en un árbol genealógico que fructifica a veces, en endebles ramas, y otras, en engañosas fluorescencias.

La palabra sin afeites está aquí, ahora, en este libro, para ser validada por quien bebe de ella.

Edelmis:
Tocar el fondo, resquebrajar la piedra, pulverizar, cernir, quedarnos con la gota secular y esencial materia del todo.
(Mi corazón es mármol,
mi corazón es mármol dolorido.
Yo construyo mi casa
para que mis hermanos vengan a decirme
que afuera sopla un viento de espanto
y algo se derrumba)

Amargar interrogante: hurgar con dedos mentales en la voluntad de descripción, suma de certezas, suma también de incertidumbres.

(Miedo en el corazón, semen en tierra la tierra aquella que no dice cuando ha de tragarse el mar, sencillamente.)

Atisbo de lo que regrese fragmentado, diseccionado, roto. Cristal aéreo donde nos guillotina una palabra convocada para la explicación humana.

(Mi palabra la coartada del ausente,
no la ruindad que me acompaña
y que no voy a decir aunque delire)

Muerte de la ingenuidad e inocencia vivificada, memoria y olvido, luminiscencia y penumbra, eterna fugacidad, sitio que permanece: la poesía de Edelmis Anoceto construye en sí misma sus contrarios, dinamita sus cimientos para volver a construirlos.

(Tiento a mis amigos con el acto
de ser el mismo yo por pura coincidencia y no resuelvo el teorema que Rilke me propuso
de que la infancia fuera mi patria verdadera.
Me ha costado admitirlo después de tanto descalabro volver a la inocencia será la salvación)

El yo amargo (también inevitablemente esperanzado) es semejante con quienes somos. Lamentamos una ausencia de alegría y de inmediato nos reímos del dolor, del árbol desenterrado por los vientos.

(De todo regresábamos aún de lo inmediato
y el equilibrio era una provincia
donde aliviar el tedio, la abulia y la desesperanza.
Si reímos fue porque compartimos
un mismo sobresalto
sin darnos cuenta de que éramos parte
de una grave elegía)

Otros huracanes arrasan y devuelven: lo que entra al ojo devorador del poeta, al agujero infinito, al blanco cegador de las palabras:

(En la aleta de un pez está tu suerte
en el pez, un arpón, y en este, un hilo,
el hilo está en tu mano, pero el filo
de otra aleta a pasado, raso y fuerte.
no quieras apostar, no quieras verte
flotando en alta mar sobre un madero.
Sólo un hilo tendrás por asidero,
si en la carne del pez el arón mella
Porque será tu perdición en ella
Mira bien esta isla, forastero.)

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Mayo con Voces de Mujer: “El exilio según Julia”, de Giséle Pineau

La definición de exilio nos dice que es la acción o efecto de exiliarse, y exiliarse significa abandonar voluntariamente algo, normalmente por razones políticas o económicas. No es difícil imaginar que siendo un acto voluntario existan los exilios reales y los imaginarios, esta novela trata de algo ¨mixto¨ de un exilio real contado desde la perspectiva de quién no ha vivido el exilio real sino quién recrea el exilio de su abuela. La memoria de la nieta de Julia se mezcla en una recreación por momentos casi onírica del exilio de su abuela, que es además (por extensión) el exilio de toda su familia desde su natal Guadalupe a la Francia de mediados del siglo XX. Una Francia que se resiste a aceptar al negro y al mismo tiempo parece disfrutar el aire tropical del exotismo del creole y toda la cultura distintiva de la Guadalupe colonizada.

La novela originalmente escrita en francés (con una nutrida cantidad de palabras en creole) es la obra casi autobiográfica de la importante narradora guadalupeña Gisele Pineau, primera mujer en obtener el Premio Carbet del Caribe, y quien en una fluida comunicación con la traductora, Laura Ruiz Montes (Matanzas, 1966) lograron una traducción reconocida con el premio José Rodríguez Feo que entrega la UNEAC en esta especialidad por esta traducción.

La traducción de Laura Ruiz se esfuerza en mantener la frescura y la surrealista visión tropical de la narradora salvando los juegos fonéticos del creole y el universo mágico del punto de vista de la narradora de esta historia.

Al decir de Laura Ruiz a propósito de por qué se interesó en esta traducción, cito: ¨Me parecía vital que el lector cubano estuviera al tanto de la realidad de los caribeños que vivían en la Francia de los años 60. Quería que supieran del dolor de la discriminación racial por el color de la piel en la Francia de aquellos años, en medio de las ¨luces europeas¨, con su mayo del 68 incluido.

Hallé, además, cierta semejanza entre lo que relata esta novela y algunos eventos de la realidad cubana. El exilio según Julia es una autoficción que cuenta la partida de la propia abuela de Pineau hacia Francia, la relación con sus nietos, la no inserción en el país de acogida, los avatares de la familia y de cómo esta abuela se convierte en sostén espiritual de sus nietos en un país ajeno, en el ancla que les une a la tierra de sus ancestros.

Mi intención es acercar nuestro Caribe, eliminar fronteras, reunir literaturas, sociedades, personas. Somos vecinos y no siempre nos conocemos. Tenemos mucho en común. Hay una historia compartida, un dolor compartido: fuimos atravesados por la esclavitud, aislados, vejados.

Sin embargo hay otro exilio soterrado en esta novela y es el de las mujeres exiliadas de su condición de mujeres, exiliadas en la religión, la nostalgia o los traumas de la guerra. Estas mujeres son las protagonistas de la memoria y la nostalgia de la natal Guadalupe, conducen toda la historia y expresan la visión auto discriminatoria de la mujer que, no obstante, se levanta a partir de sus circunstancias nuevas y crece para sostener emocionalmente a su familia y tradición.

Esta es una novela de lo que suele llamarse por algunos críticos ¨novela de la memoria¨, una especie de subgénero novelístico cuyos ejes conductores son la familia, el arraigo emocional a la tierra y a una cultura distintiva como es en este caso la guadalupeña. Novelas que luchan contra el fenómeno homogenizador de la globalización y además, la lucha contra el efecto colonial de esa Francia en sus territorios de ultramar. Novelas que se fundamentan casi siempre en la figura y presencia femenina, como eje de la cultura y la tradición, como mirada central de perpetuación de un patrimonio nacional, y su asiento en las nuevas generaciones.

Es este un ejemplar caso, y ahí su mayor valor y rica lectura.

Esta no es una novela del desarraigo sino por el contrario, sino una novela de perpetuación de una cultura más allá del fenómeno del exilio que es el hilo conductor de esta familia, y sus circunstancias.

Por otro lado el lector de estas páginas puede notar la influencia del realismo mágico latinoamericano que establece una cercanía ínfima del lector con la historia, reforzando la sensación y comprensión emotiva de lo que se cuenta. Todo lo que hace a ¨El exilio según Julia¨ de disfrute agradable y evocador, doblemente memorable: memorable porque conocemos a profundidad las memorias de Julia que es la representación por excelencia de la cultura guadalupeña de su época, y memorable porque después de leer esta novela, Guadalupe pasará a ser parte de nuestra memoria cultural.

“Papeles de un Naufragio”, de Lourdes González

Fragmentos de las palabras del poeta Moisés Mayán en la presentación del libro Papeles de un naufragio, de Lourdes González.

Papeles… había sido distinguido en el Premio de la Ciudad por un jurado conformado por Salvador Redonet, Eugenio Marrón y Reinaldo González, y lo más interesante, lo que me parece a mí más interesante, era que precisamente había ganado el premio en el género narrativa, oigan esto, en el género narrativa. Papeles… es un libro que Lourdes escribe en diecisiete días, en medio de un vértigo febril de escritura, en la barra de una paladar, la paladar “Paradiso”. No estaba aislada, no había creado una burbuja, no se encontraba en su torre de marfil, allí, mientras sacaba las cuentas y hacía los pedidos, Lourdes escribía este libro. De manera que no es un libro que ha reposado, sino que es un organismo vivo que parece estar generándose frente a nuestros ojos. Ahora, ¿qué sucede?, que Papeles de un naufragio es el libro que demuele, de una forma inmediata, las barreras entre el texto y el lector, algo que es un misterio, porque cuando nosotros los que vivimos de la palabra y específicamente de la palabra impresa, terminamos un texto nos preguntamos en el mejor de los casos qué cercanías, qué vías de acceso, qué puentes, qué túneles conducen ese libro al lector y muchas veces nos percatamos que hay cierto hermetismo que nosotros podemos llamar desafíos culturales entre los libros que acabamos de escribir y el lector. Papeles de un naufragio lo mismo en la Peña Alta Marea de Cabrejas, mientras la gente estaba disputándose un trago y otro, en un bar de Bogotá o en la Universidad de La Sorbona, donde se reunían eminentes catedráticos, lograba hacerse de un público apasionado, de un público que le profesaba además una vehemencia inusitada, porque quizás en este libro están los gérmenes, las estructuras que mueven a los best seller y sin la autora proponérselo, porque en un momento determinado Lourdes me ha dicho “este libro que ha tocado a tantas personas lo escribí para mí, era la forma de llegar a la página y salvarme completamente del naufragio de aquellos tiempos donde uno empezó a prescindir de cosas y comer”.

¿Qué sucede con Papeles…? Que Papeles… no se queda en la edición de mil novecientos noventa y nueve, una edición que sale milagrosamente, porque la imprenta llevaba varios años cerrada. Papeles… se materializa, empieza a presentarse en varios lugares. Aida Bahr, quien entonces era directora de la Editorial Oriente soñaba con que fuera Papeles de un naufragio el libro que inaugurara la colección Mariposa. Es Jorge Luis Hernández, su esposo, quien le lleva el ejemplar, que ha comprado en Holguín, nada más y nada menos que en un evento que se celebró en el Pernik, que se llamaba “Los cien años del cuento en Cuba” y que había organizado el eminente narrador manzanillero Francisco López Sacha. Cuando Aida Bahr recibe el libro dice “Qué lástima que ya esté publicado y yo no pueda abrir con este libro la colección Mariposa”. Pero después viene la edición de Papeles… de Letras Cubanas, pero después Papeles… se traduce al italiano y pone a Lourdes en Roma, donde se percata que también este libro tenía vínculos con un lector muy alejado de nuestra realidad, con un lector que incluso tenía como código otra lengua. Y no se queda ahí, aparece el Dossier de un náufrago, la versión francesa de Papeles de un naufragio. Se llega a cuatro ediciones. Cuatro ediciones publicadas con el rótulo de narrativa. Pero Papeles de un naufragio se estaba acercando en el año dos mil diecinueve a las dos décadas de publicación, las dos décadas… ya Lourdes, además, cuando mira hacia atrás en su línea temporal, reconoce que Papeles… es el parteaguas de su literatura. ¿Por qué? Porque cuando Lourdes termina de escribir Papeles… no sabe bien lo que ha hecho, sabe que tiene una carga de dinamita que puede detonar en cualquier momento, pero llama a un amigo, a un íntimo como Eugenio Marrón y le dice “he terminado algo que no sé realmente lo que es, está en un espacio fronterizo entre la narrativa y la poesía ¿qué es? ” Marrón le dice “No te preocupes por lo que es, el problema es que ahí la literatura, el lenguaje, está vivo, está en un estado líquido, bullente” Y entonces es a partir del ejercicio que significa Papeles de un naufragio que Lourdes decide sumirse en una novela lírica como lo es María toda, que le abriría las puertas en definitiva a su narrativa, que ha marcado también la narrativa cubana de estos tiempos. Es en el año dos mil diecinueve, cuando Papeles… celebra sus veinte años, que aquella idea peregrina de Aida Bahr se materializa y Papeles… adopta una nueva configuración, no porque haya variado nada: no es el libro que para reeditarse necesita que se le agreguen o se le quiten cosas, no es la escritora que mira veinte años atrás y se arrepiente de alguna palabra o prescinde de algún poema, porque en veinte años Papeles… es el mismo que se escribió sobre la barra del “Paradiso” es el mismo que nosotros tenemos hoy. Pero entonces se materializa en la colección Mariposa y yo llamo a Lourdes y le digo “Lourdes, notaste que la edición de Papeles… bajo el cuadro de Armando Gómez en la portada dice <>”, porque hasta ahora siempre se había publicado con el rótulo <>. Y Lourdes que es una mujer de detalles, que se da cuenta no sólo de los velos y de las apariencias exteriores sino que es capaz con una mirada de escrutar el corazón y decirte lo que estás pensando me dice “No me había percatado, ¿de verdad que dice poesía?” Dice poesía, como pudiera decir <>, como pudiera decir <>, como pudiera decir <>. Porque con Papeles de un naufragio, este libro que yo, que no acostumbro a elogiar cualquier texto, se los recomiendo enfáticamente y digo lo que yo digo siempre “Cómprense ese libro y después confróntenme en la calle”, Lourdes González se puso definitivamente sobre la tierra firme del idioma y se convirtió en una mujer a salvo de todos los naufragios. Muchas gracias.

Papeles de un naufragio

Sobre Papeles de un naufragio, de Lourdes González, se ha dicho muchas veces que surgió del difícil encuentro entre poesía y narración. «Último tango en París», es una buena muestra de la maestría con la que la autora domina este maridaje.

«Conocerse puede ser tan peligroso, que con solo decir un nombre, un te amo y ciertas frases ilusorias, alguien acabe por matarte»

Más sobre nuestra cultura «en serie»

Más sobre nuestra cultura en serie
En el año 2015 ve la luz el libro Placeres del cuerpo de Ernesto Triguero. Con él la colección Medio Milenio realizó un extenso recorrido en el que se resumió lanrica tradición danzaria de Santiago de Cuba. Su autor deja claro desde el comienzo que la danza es una de las manifestaciones artísticas originales en las que se inserta la historia de nuestra urbe oriental.
Y es esta precisamente una de las premisas de este repertorio editorial: enlazar arte e historia. Objetivo que se trazaron Ramiro Herrero, Marcial Escudero y Pascual Díaz con el volumen Teatro en Santiago. Esta publicación intentó rescatar en la medida de lo posible, el quehacer teatral de la ciudad. Pero dado que el teatro no es nunca lo que se lee en los libros, sus autores trataron de señalar los autores que lo propiciaron desde la colonia hasta nuestros días.
Santiago literario es el texto más voluminoso de la coleccion. No podía ser de otra manera, iniciándose con la presentación de hechos históricos relacionados con los primeros habitantes de nuestra región, los indocubanos, y culminando (al menos por ahora) en el siglo XXI. León Estrada, su autor, se refiere aquí al solo hecho de «escribir» en la etapa fundacional, como un acto noble, digno de agradecimiento.
Sobre los libros de esta serie, que proximamente disfrutaremos, continuaremos hablando en un próximo Diario del Lector.

En el cielo con diamantes

Lucy, in the sky with diamonds, y nosotros, por el arte y la magia de Senel Paz, directo al cielo, con los diamantes de su buena literatura. Senel fue el niño aquel junto al que lloramos, y el hombre nuevo que nos conmovió junto al bosque y el lobo. Con Senel somos capaces de revivir el instante de un beso, el testimonio de toda una época, (y que conste que todas las épocas de juventud son convulsas, pero los sesenta, más todavía) y el hechizo inagotable de una canción. Para subir al cielo no necesitamos más que a David, Arnaldo, y una utopía.